A lo largo de nuestra vida tomamos una serie de decisiones
que marcan en gran medida nuestro futuro. ¿Qué vamos a estudiar?, ¿en qué vamos
a trabajar?, ¿con quién vamos a compartir nuestra vida?, ¿a qué cosas le vamos
a dar prioridad?, ¿cómo vamos educar a nuestros hijos?, ¿cuáles serán nuestros
vicios o adicciones?, ¿cómo vamos a afrontar el fracaso?…

Una gran mayoría de personas consideramos que gran parte de
estas decisiones no las tomamos nosotros, sino nuestras circunstancias.
“Yo no pude estudiar porque en mi casa no había dinero para
pagar la matrícula”, “no hice la carrera que realmente me apasionaba porque no
llegué a la nota de corte”, “no pude elegir mi trabajo porque nadie quiso contratarme” “tomo drogas porque
es el único
aliciente que encuentro en mi vida” o “mi matrimonio fracasó porque
éramos muy diferentes” son algunas de las cosas que decimos esta gran mayoría
para justificar nuestras decisiones. Y digo decisiones porque, efectivamente,
si hemos tenido la posibilidad de elegir. Porque si realmente hubiéramos
querido estudiar habríamos buscado un trabajo para pagar la matrícula al mismo
tiempo que íbamos a clase o habríamos encontrado la manera de subir nuestra
nota de corte, habríamos creado nuestro propio trabajo montando nuestra propia
empresa o habríamos luchado por conservar nuestro matrimonio. Pero la realidad
es que estas alternativas estaban plagadas de obstáculos. Pudimos elegir entre
varias opciones y elegimos la que nos resultaba más cómoda y para consolarnos
decidimos pensar que el otro camino era imposible, que nuestros sueños solo son
sueños y crecer supone abandonarlos.
Pero hay una pequeña minoría que si toma el camino más
complicado, el camino hasta ahora imposible para nosotros. Y digo hasta ahora
imposible porque ya sabemos que no es imposible, sino más duro. Eso es una gran
noticia porque todavía estamos a tiempo de cambiar nuestras vidas, corregir
nuestros errores y aprender de esta pequeña minoría para empezar nuestro propio
viaje del héroe, aquel que nos llevará a ser lo que siempre debimos ser.
Joseph Campbell, uno de los miembros de esa minoría, fue un
mitólogo americano que durante mucho tiempo estudió las distintas historias,
leyendas y mitos, tanto de hombre como de mujeres, de las diferentes culturas
de la historia. Descubrió que en todas estas historias había una estructura
común a la cual denomino “viaje del héroe en su libro “El héroe de las mil
caras”.
Según él, la primera parte del viaje es la llamada. Esta es una llamada a la acción y
frecuentemente viene de un reto, de una crisis o de un gran sufrimiento. Pero
igualmente puede venir de la inspiración y la pasión. Podemos oír la llamada de
muchas formas diferentes a lo largo de nuestra vida. Es una llamada para iniciar
una causa que probablemente solo tiene sentido para nosotros. Este sentido no
es otro que nuestra razón de ser, de existir.
Aun siendo una llamada que viene desde una necesidad tan
profunda para nosotros, suele ir acompañada de lo que Campbell llama “el
rechazo”. El héroe, es decir tú, querrá evitar todas las dificultades que le
creará la llamada. Al fin y al cabo no es una llamada para ir a dar un paseo en
bici, sino para realizar un viaje difícil, lleno de desafíos y obstáculos.
Cuando respondas a tu llamada será porque estás preparado
para establecer el compromiso con tu camino y con tu viaje del héroe. Cruzarás
el umbral.
Más allá del umbral encontrarás un nuevo territorio, lo
desconocido. Cuando cruzas el umbral estas más allá de tu zona de confort,
fuera de tu territorio. Todo lo que conocías y creías del mundo puede cambiar
de un momento a otro. Es un territorio por explorar donde la situación se puede
volver complicada, arriesgada, desafiante y puede que dolorosa, pero entrar en
este nuevo territorio es un reto necesario del viaje del héroe. Una vez que
cruzas el umbral ya no hay marcha atrás, nada volverá a ser como antes. Sólo
queda seguir avanzando.
Pero avanzar no será fácil. Tu mente no está preparada para
este desafío. Únicamente sabe lidiar con distintas versiones de lo que ya
conoce, de lo que ya ha ocurrido. Lo habitual es tener respuestas
desconcertantes, sentirte paralizado, confuso y asustado.
Tu siguiente paso tendrá que ser abrir tu mente a un nuevo
aprendizaje. Y para poder aprender nuevos recursos necesitarás encontrar a tus
“guardianes”. Estos pueden ser personas concretas como amigos, mentores, o
familiares. Pero también pueden ser figuras históricas o mitológicas. Estos
guardianes te recordarán quien eres, lo que sabes y te enseñaran lo que
necesitas saber para completar tu viaje. Son una parte significativa de tu
aprendizaje durante el viaje. Pero ellos no son los únicos a los que deberás
escuchar. Es tu viaje y nadie más puede hacerlo por ti, es a ti mismo al que
más deberás escuchar.

Una vez encontrados tus guardianes también tendrás que
enfrentarte a tus demonios y tus sombras. Los demonios son las entidades que
tratan de frenar tu viaje, y a veces amenazan tu existencia misma y la de
aquellos con los que estas conectado. El héroe está obligado a transformarse,
tanto a sí mismo como a su campo relacional más amplio en el que vive, para
poder derrotar a sus demonios, tanto externos como internos.
Campbell señala que aunque inicialmente percibimos al
demonio como algo externo que va contra nosotros, a medida que avanzamos en
nuestro viaje vamos aprendiendo que el problema no es lo que está fuera, sino
lo que está dentro. El demonio obtiene su poder de nuestro miedo, de nuestra
respuesta ante ese algo que nos intimida, nos enfada nos produce rechazo o
dolor. Nosotros creamos nuestros demonios y solo nosotros podemos destruirlos.
Estos demonios pueden tener muchas caras. Pueden ser
adicciones, inseguridades, dolores… Tú eliges las caras de tus demonios. Son
esas sombras que habitan dentro de ti. Cuando dejes de tenerles miedo dejarán
de ser demonios.
De modo que un viaje del héroe es un viaje de transformación,
especialmente la transformación de uno mismo y de nuestra relación con el entorno.
Como héroe tienes que crecer. No podremos ser héroes si nos negamos a aprender
y a crecer. Y para crecer es necesario que te conozcas a ti mismo, que afrontes
tus sombras para poder vencer a tus demonios.
Una vez que te has abierto a este aprendizaje, vas
desarrollando nuevos recursos dentro de ti, encuentras a tus guardianes y vas
enfrentándote a tus demonios vas
poco a poco transformándote en héroe. Este es un tiempo de gran lucha,
dedicación y esfuerzo en el que habrá muchos contratiempos y fracasos. Pero
también de grandes éxitos y alegrías que nos darán aliento para continuar
aprendiendo y creciendo como héroes. Es la parte del viaje más larga, donde
demuestras tu valía.

Y una vez alcanzado tu destino y demostrado tu valía como
héroe habrá llegado el momento de regresar a casa, donde recibirás el
reconocimiento que te mereces como gran héroe y donde volverás a transformarte.
Esta vez el héroe se convertirá en profesor, para poder enseñar así a otros a
afrontar sus propios viajes.
¡Pero cuidado¡ Regresar a casa no es tan fácil como parece.
A menudo ocurre que el héroe no quiere retirarse de la batalla o no encuentra
el momento de hacerlo. Incluso puede que necesite de otra persona que le haga
darse cuenta de que es el momento de volver. Así que para esta última parte del
viaje necesitarás aprender cuándo es el momento de retirarse y dejar que otros
nuevos héroes ocupen tu sitio. Tu ya has alcanzado tu destino.
Este es el viaje del héroe. Solo me queda desear suerte a
todos aquellos que hayan decidido iniciar su viaje, y felicitarles por su
decisión. Ahora sois protagonistas de vuestro viaje, ya no respondéis ante las
circunstancias sino que las elegís. Ahora sois protagonistas de vuestra vida.
¡Buena suerte héroes!.