miércoles, 31 de diciembre de 2014

Encuentra el sentido de tu vida

Un OBJETIVO es la verbalización de un fin al que se desea llegar, una meta, un destino.
Los objetivos son los que impulsan al ser humano a moverse, a cambiar, a aprender... Son tan importantes para nuestras vidas que todas las decisiones que tomas a lo largo del día tienen como propósito alcanzar ese fin.
El problema es que en muchos casos no somos conscientes de cual es ese fin. Y eso nos lleva a tomar decisiones absurdas que se contradicen unas a otras y no nos llevan a donde queremos ir.

Ahora que eres consciente de la importancia de tus objetivos y como influyen en tus decisiones vamos a dar los pasos correctos para que puedas marcarte las metas apropiadas, aquellas que te lleven donde si quieras ir.

Lo primero es preguntarte donde quieres ir. Seguro que tienes muy claro lo que no deseas pero pocas veces tenemos claro lo que deseamos. Para ayudarte con este primer paso lo primero que tienes que saber es cuál es tu VISIÓN, cómo deseas que sea el mundo, que te gustaría ver en él. La visión es un sueño, un ideal que te ayuda a dar lo mejor que hay en ti. Y como todo sueño debe ser amplia, genérica e inespecífica. ¡A lo grande!
Una vez que tengas clara tu visón el resto será mucho más sencillo porque tu visión aportará una dirección para todos tus objetivos.

El segundo paso es preguntarte cuál es tu MISIÓN, que puedes aportar tú para llegar a ese mundo ideal de tu visión. La misión debe de ser mucho más especifica que la visión, y debe seguir la misma dirección y al mismo tiempo estar alineada con tus valores, creencias y acciones. Es el objetivo de tu vida, tu destino, tu mayor propósito. El resto de tus objetivos no son más que las metas intermedias para alcanzar tu misión.

El último paso es la planificación de las distintas metas intermedias que tienes que ir alcanzando para llegar a plasmar tu misión. Tendrás que plantearte cuáles son tus recursos, tanto internos como externos, y cuales son los recursos que no tienes y necesitaras. Deberás sopesar todas tus opciones para poder elegir la más adecuada y poder pasar a la siguiente en caso de que la anterior falle. Tendrás que preveer que obstáculos podrás encontrar en tu camino y decidir cuál es la forma más adecuada para superarlos. Y todo esto te obligará a ir marcándote nuevos objetivos y a desviarte en ocasiones del camino que parecía más directo. Pero si tienes siempre presente tu misión todos los caminos te llevarán a tu destino.

Solo queda plantear los objetivos de la manera mas precisa y concreta posible.
Para que tus objetivos estén bien formulados deben cumplir con los siguientes requisitos:

- Expresados en positivo y con pocas palabras.
- Lo más específico posible.
- Medible para poder saber con claridad si lo has alcanzado.
- Planificado en el tiempo.
- Y tiene que ser realista y alcanzable verificando su congruencia en el tiempo marcado.
- Ecológico: Asegurarte que alcanzarlo supone lo que deseas en todos los aspectos de tu vida (relaciones, expectativas, valores…)


Una vez establezcas tu visión, tu misión y todos tus objetivos para hacerla realidad solo será cuestión de tiempo que llegues al lugar al que quieres estar. 


Daniel Abella

sábado, 25 de octubre de 2014

El viaje del héroe

A lo largo de nuestra vida tomamos una serie de decisiones que marcan en gran medida nuestro futuro. ¿Qué vamos a estudiar?, ¿en qué vamos a trabajar?, ¿con quién vamos a compartir nuestra vida?, ¿a qué cosas le vamos a dar prioridad?, ¿cómo vamos educar a nuestros hijos?, ¿cuáles serán nuestros vicios o adicciones?, ¿cómo vamos a afrontar el fracaso?…

Una gran mayoría de personas consideramos que gran parte de estas decisiones no las tomamos nosotros, sino nuestras circunstancias.
“Yo no pude estudiar porque en mi casa no había dinero para pagar la matrícula”, “no hice la carrera que realmente me apasionaba porque no llegué a la nota de corte”, “no pude elegir mi  trabajo porque nadie quiso contratarme” “tomo drogas porque es el único



aliciente que encuentro en mi vida” o “mi matrimonio fracasó porque éramos muy diferentes” son algunas de las cosas que decimos esta gran mayoría para justificar nuestras decisiones. Y digo decisiones porque, efectivamente, si hemos tenido la posibilidad de elegir. Porque si realmente hubiéramos querido estudiar habríamos buscado un trabajo para pagar la matrícula al mismo tiempo que íbamos a clase o habríamos encontrado la manera de subir nuestra nota de corte, habríamos creado nuestro propio trabajo montando nuestra propia empresa o habríamos luchado por conservar nuestro matrimonio. Pero la realidad es que estas alternativas estaban plagadas de obstáculos. Pudimos elegir entre varias opciones y elegimos la que nos resultaba más cómoda y para consolarnos decidimos pensar que el otro camino era imposible, que nuestros sueños solo son sueños y crecer supone abandonarlos.

Pero hay una pequeña minoría que si toma el camino más complicado, el camino hasta ahora imposible para nosotros. Y digo hasta ahora imposible porque ya sabemos que no es imposible, sino más duro. Eso es una gran noticia porque todavía estamos a tiempo de cambiar nuestras vidas, corregir nuestros errores y aprender de esta pequeña minoría para empezar nuestro propio viaje del héroe, aquel que nos llevará a ser lo que siempre debimos ser.

Joseph Campbell, uno de los miembros de esa minoría, fue un mitólogo americano que durante mucho tiempo estudió las distintas historias, leyendas y mitos, tanto de hombre como de mujeres, de las diferentes culturas de la historia. Descubrió que en todas estas historias había una estructura común a la cual denomino “viaje del héroe en su libro “El héroe de las mil caras”.

Según él, la primera parte del viaje es la llamada.  Esta es una llamada a la acción y frecuentemente viene de un reto, de una crisis o de un gran sufrimiento. Pero igualmente puede venir de la inspiración y la pasión. Podemos oír la llamada de muchas formas diferentes a lo largo de nuestra vida. Es una llamada para iniciar una causa que probablemente solo tiene sentido para nosotros. Este sentido no es otro que nuestra razón de ser, de existir.
Aun siendo una llamada que viene desde una necesidad tan profunda para nosotros, suele ir acompañada de lo que Campbell llama “el rechazo”. El héroe, es decir tú, querrá evitar todas las dificultades que le creará la llamada. Al fin y al cabo no es una llamada para ir a dar un paseo en bici, sino para realizar un viaje difícil, lleno de desafíos y obstáculos.

Cuando respondas a tu llamada será porque estás preparado para establecer el compromiso con tu camino y con tu viaje del héroe. Cruzarás el umbral.
Más allá del umbral encontrarás un nuevo territorio, lo desconocido. Cuando cruzas el umbral estas más allá de tu zona de confort, fuera de tu territorio. Todo lo que conocías y creías del mundo puede cambiar de un momento a otro. Es un territorio por explorar donde la situación se puede volver complicada, arriesgada, desafiante y puede que dolorosa, pero entrar en este nuevo territorio es un reto necesario del viaje del héroe. Una vez que cruzas el umbral ya no hay marcha atrás, nada volverá a ser como antes. Sólo queda seguir avanzando.
Pero avanzar no será fácil. Tu mente no está preparada para este desafío. Únicamente sabe lidiar con distintas versiones de lo que ya conoce, de lo que ya ha ocurrido. Lo habitual es tener respuestas desconcertantes, sentirte paralizado, confuso y asustado.

Tu siguiente paso tendrá que ser abrir tu mente a un nuevo aprendizaje. Y para poder aprender nuevos recursos necesitarás encontrar a tus “guardianes”. Estos pueden ser personas concretas como amigos, mentores, o familiares. Pero también pueden ser figuras históricas o mitológicas. Estos guardianes te recordarán quien eres, lo que sabes y te enseñaran lo que necesitas saber para completar tu viaje. Son una parte significativa de tu aprendizaje durante el viaje. Pero ellos no son los únicos a los que deberás escuchar. Es tu viaje y nadie más puede hacerlo por ti, es a ti mismo al que más deberás escuchar.

Una vez encontrados tus guardianes también tendrás que enfrentarte a tus demonios y tus sombras. Los demonios son las entidades que tratan de frenar tu viaje, y a veces amenazan tu existencia misma y la de aquellos con los que estas conectado. El héroe está obligado a transformarse, tanto a sí mismo como a su campo relacional más amplio en el que vive, para poder derrotar a sus demonios, tanto externos como internos.
Campbell señala que aunque inicialmente percibimos al demonio como algo externo que va contra nosotros, a medida que avanzamos en nuestro viaje vamos aprendiendo que el problema no es lo que está fuera, sino lo que está dentro. El demonio obtiene su poder de nuestro miedo, de nuestra respuesta ante ese algo que nos intimida, nos enfada nos produce rechazo o dolor. Nosotros creamos nuestros demonios y solo nosotros podemos destruirlos.
Estos demonios pueden tener muchas caras. Pueden ser adicciones, inseguridades, dolores… Tú eliges las caras de tus demonios. Son esas sombras que habitan dentro de ti. Cuando dejes de tenerles miedo dejarán de ser demonios.

De modo que un viaje del héroe es un viaje de transformación, especialmente la transformación de uno mismo y de nuestra relación con el entorno. Como héroe tienes que crecer. No podremos ser héroes si nos negamos a aprender y a crecer. Y para crecer es necesario que te conozcas a ti mismo, que afrontes tus sombras para poder vencer a tus demonios.

Una vez que te has abierto a este aprendizaje, vas desarrollando nuevos recursos dentro de ti, encuentras a tus guardianes y vas enfrentándote a tus demonios  vas poco a poco transformándote en héroe. Este es un tiempo de gran lucha, dedicación y esfuerzo en el que habrá muchos contratiempos y fracasos. Pero también de grandes éxitos y alegrías que nos darán aliento para continuar aprendiendo y creciendo como héroes. Es la parte del viaje más larga, donde demuestras tu valía.

Y una vez alcanzado tu destino y demostrado tu valía como héroe habrá llegado el momento de regresar a casa, donde recibirás el reconocimiento que te mereces como gran héroe y donde volverás a transformarte. Esta vez el héroe se convertirá en profesor, para poder enseñar así a otros a afrontar sus propios viajes.

¡Pero cuidado¡ Regresar a casa no es tan fácil como parece. A menudo ocurre que el héroe no quiere retirarse de la batalla o no encuentra el momento de hacerlo. Incluso puede que necesite de otra persona que le haga darse cuenta de que es el momento de volver. Así que para esta última parte del viaje necesitarás aprender cuándo es el momento de retirarse y dejar que otros nuevos héroes ocupen tu sitio. Tu ya has alcanzado tu destino.

Este es el viaje del héroe. Solo me queda desear suerte a todos aquellos que hayan decidido iniciar su viaje, y felicitarles por su decisión. Ahora sois protagonistas de vuestro viaje, ya no respondéis ante las circunstancias sino que las elegís. Ahora sois protagonistas de vuestra vida. ¡Buena suerte héroes!.


 Daniel Abella


lunes, 1 de septiembre de 2014

Caminante no hay camino

Me gustaría compartir con vosotros un poema de Antonio Machado que espero os inspire para empezar este mes de septiembre con fuerza.



Caminante no hay camino (Antonio Machado)

Caminante, son tus huellas 
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino 
y al volver las vista atrás 
se ve la senda que nunca 
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar. 

sábado, 2 de agosto de 2014

La fuerza de nuestras creencias

Quiero compartir con vosotros una historia, basada en hechos reales, para ilustrar la fuerza que tienen nuestras creencias sobre nuestra realidad.

LA HISTORIA DE LOS MINEROS

Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra. De repente un derrumbe selló las salidas del túnel donde trabajaban dejándoles aislados en el interior.
En silencio, se miraron unos a otros. De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el problema sería el oxigeno. Solo les quedaban entre tres y tres horas y media de aire antes de morir asfixiados.
 Fuera ya habían iniciado las labores de rescate, pero un derrumbe así suponía horadar otra vez en la mina para poder llegar hasta los mineros atrapados.
La pregunta que todos se hacían era si llegarían a tiempo para rescatar a los mineros con vida.
 Los expertos mineros sabían que debían ahorrar todo el oxigeno que fuera posible. Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron en el suelo.
Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era muy difícil calcular el paso del tiempo.
Solo uno de ellos llevaba reloj. Hacia él iban todas las preguntas: ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cuánto tiempo nos queda? ¿Y ahora?...
 Los mineros atrapados, cada vez mas nerviosos, sufrían como parecía que el tiempo se estiraba. Cada minuto parecía una hora y la desesperación entre cada respuesta agravaba la tensión.
 El jefe de los mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y el oxigeno se acabaría mucho antes de lo previsto, reduciendo la posibilidad de que el grupo de rescate llegara a tiempo.
Así que ordeno al que tenía el reloj que solamente él controlara el tiempo transcurrido. Nadie haría mas preguntas, el del reloj avisaría a todos cada media hora.
 Cumpliendo la orden, a la media hora el encargado del tiempo aviso a sus compañeros.
- Ha pasado media hora.
Hubo un murmullo entre ellos y la angustia podía sentirse en el ambiente. El hombre del reloj pensó que cada vez seria más difícil comunicarles el paso del tiempo a sus compañeros y recordarles que estaban un poco mas cerca de morir. Así que sin consultar a nadie decidió que la próxima vez que dejaría pasar 45 minutos antes de decirles a sus compañeros que había pasado otra media hora y así aliviarles ligeramente la agonía. Al fin y al cabo sus compañeros no tenían forma de notar el engaño y no había ningún motivo para que desconfiaran de él.
 Apoyado en el éxito de su engaño el tercer aviso o dio casi una hora después.
- Ha pasado otra media hora.- dijo a sus compañeros.
De esa manera sus cinco compañeros pensaron que había pasado solo una hora y media desde el derrumbe. Y así siguió el del reloj. A cada hora les informaba de que había pasado media.
El equipo de rescate apuraba la tarea para rescatar a sus compañeros. Sabían en que cámara estaban atrapados y que sería difícil llegar antes de cuatro horas.
 Llegaron a la cámara después de cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a sus seis compañeros muertos. Cuando entraron en la cámara y vieron que cinco de ellos estaban vivos no podían creérselo.
Solo uno había muerto asfixiado…el que tenía el reloj.

Como podéis ver nuestras creencias son las que moldean nuestra realidad. Cuando creemos y confiamos en algo nuestras posibilidades de éxito de multiplican.

Ahora sabes de lo que es capaz tu mente. ¿Cómo puedes aplicar esto a tu vida?